jueves, 16 de diciembre de 2010

EDUCACIÓN.

BEATRIZ FERNÁNDEZ GRANADOS. 2ºA.

UN GRAN CAMBIO A LO LARGO DEL TIEMPO

          La evolución de la educación a manos de Luis Pedro de Alarcón.

Definir o explicar qué es educación no es tarea fácil, cuando nos referimos a educación, surgen diversas definiciones así como distintos ámbitos en los que se  produce, por lo tanto no podemos centrarnos en nada concreto, ya que este proceso engloba muchos aspectos de la vida social e intelectual del ser humano.

  • Es el proceso de vinculación y concienciación cultural, moral y conductual. Así,     a través de la educación, las nuevas generación es asimilan y aprenden los conocimientos, normas de conducta, modos de ser y formas de ver el mundo de generaciones anteriores, creando además otros nuevos.
    ·         Es el proceso de socialización formal de los individuos de una sociedad.
    ·         La educación se comparte entre las personas por medio de nuestras ideas, cultura, conocimientos, etc. respetando siempre a los demás. Ésta no siempre se da en el aula.
    ·         Es el proceso multidireccional mediante el cual se transmiten conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar. La educación no sólo se produce a través de la palabra: está presente en todas nuestras acciones, sentimientos y actitudes.
    A la vez existen distintos tipos de educación: formal, informal y educación no formal.

    En los inicios de la Edad Antigua hay que situar las concepciones y prácticas educativas de las culturas india, china, egipcia y hebrea. Durante el primer milenio a.C. se desarrollan las diferentes paideias griegas y en Roma la educación primaria estaba en manos de las nodrizas, las cuales  se encargaban de todos los detalles del desarrollo del infante. Recién llegados al colegio, los varones y mujeres, eran raudamente suministrados de diversos contenidos informativos. Desde el griego hasta el deporte. Un aspecto importante, era la enseñanza de las mitologías romanas. Hoy en día, los hombres y mujeres, consiguen su independencia, después de sus estudios superiores, al momento de encontrar un trabajo (situación que es la ideal, para cada ser humano), pero los romanos no.
    Vamos a continuar  centrándonos en los sistemas educativos y la educación contemporánea, dentro de ésta podemos distinguir dos modelos claramente diferenciados: la escuela y educación de antes y la de ahora.
    Antes el perfil que tenía que tener el maestro se ceñía al dominio de procesos que determinan la generación, apropiación y uso del conocimiento; de esta manera el docente era la fuente del conocimiento, un conocimiento que debía transmitir a sus alumnos, lo más normal era hacerlo mediante clases magistrales; además de varios atributos, entre los que destaca la autoridad moral para transmitir valores por la vía del ejemplo. Antes los maestros tenían una disciplina casi militar y con  regla en mano. Antes las madres tenían confianza en estos maestros y los alumnos  respetaban a los profesores.
    No había tanta escuela privada porque el sistema público satisfacía los anhelos de la clase media y la baja que tenían acceso a la escolaridad. Muchos maestros siguen venerando la didáctica tradicional.
    Anteriormente (hace unas décadas), había cierta unanimidad entre los valores sociales, los familiares y los valores que se transmitían desde la institución educativa por excelencia, la escuela.

    Sin embargo, los fenómenos de la globalización han hecho que los cambios sociales en estos últimos tiempos sean vertiginosos: las configuraciones familiares cambian, emergen otras formas de vida, otros intereses, diferentes culturas conviven por fenómenos como la inmigración... Todo ello desemboca en que los niños y jóvenes contemporáneos no formen un grupo homogéneo.
    La única institución legitimada para desplegar los valores educativos es la escuela. En cambio, actualmente está sobrecargada de funciones, la profesión docente está desdibujada en múltiples tareas y generalmente los valores que se pretenden impartir chocan frontalmente con los que implícitamente propone la sociedad.
    La educación de los jóvenes del siglo XXI no puede estar en manos de una sola institución, es necesario trabajar en red con otros estamentos educativos, definiendo roles, especificando funciones, abriendo lugares sociales donde los niños y jóvenes aprendan implícitamente y explícitamente los valores que una sociedad democrática como la que la nuestra pretende impartir.
    En este cambio, también el papel del profesor debe ser otro, vivimos en una sociedad en la cual, el profesor ya no es el único agente educativo, ni la única fuente de conocimiento para sus alumnos, por lo tanto, su rol en la educación está sufriendo una transición entre el profesor de la antigua escuela y la actual. Ahora, el profesor debe ser un mediador, un guía en el aprendizaje de sus alumnos, a través de la construcción  de éstos de su propio conocimiento mediante los agentes educativos que la sociedad moderna nos ofrece. Se ha pasado de una educación centrada en el sujeto que enseña a una educación centrada en el sujeto que aprende.
    Sin duda: la escuela fracasa,  ni los conocimientos, ni las habilidades y estrategias, ni las actitudes que enseña realmente se ajustan a las necesidades de una sociedad con vocación democrática y responsable. Pero los grandes conflictos sociales que nos afligen en la actualidad no son culpa de la escuela, del sistema educativo formal. La  sociedad ciega  su propia realidad,  no quiere darse cuenta de que el principal agente didáctico actual no es la escuela, sino la televisión  y los medios de comunicación  por excelencia y que los currículum ocultos no los diseña el estado, sino básicamente la industria. Y no una industria cualquiera, sino una industria capitalista, cuyo objetivo es rentabilizar el dinero invertido, y cuya voracidad desarrollista es inmensa: el crecimiento es su fetiche.
    Aunque la escuela es uno de los pilares de la educación, no es el único, ya que muchos de los políticos que forman guerras y que engañan a sus ciudadanos, simplemente por intereses económicos, permitiendo que mientras ellos llenan sus arcas de dinero para sí mismos y para sus estados, en otros lugares del mundo, miles de personas y entre ellas niños se mueran de hambre. Y lo peor de todo esto, es que existe el conocimiento y medidas para que esto no suceda. Por lo tanto, esas personas que presumen de educación, de poseer diversos títulos académicos, no poseen una educación moral y ética, aunque sí académica. Un claro ejemplo actual podemos verlo en el Sajara. Las sociedades actuales ya no son tan homogéneas como antiguamente, y por lo tanto la educación académica se queda corta para poder convivir en armonía dentro de una sociedad con múltiples culturas muy dispares entre ellas, así como creencias religiosas etc.
    De todo esto, podemos deducir que el ser humano vive en un proceso constante de educación desde su nacimiento hasta su muerte. La educación nos es impartida desde la infancia.  Ya en la lactancia, el niño comienza a crear vínculos sociales, con quienes lo rodean. El ser humano almacena información con todo aquello que interactúa. Sin la educación nuestro comportamiento no sería muy lejano al de un animal salvaje, por medio de la educación sabemos cómo actuar y comportarnos en sociedad.
    La educación es la llave para llevar una vida llena de armonía y empatía con los que nos rodean, así como también nos otorga conocimientos no solo académicos sino de la vida misma.
    Finalmente, queremos concluir esta monografía con una cita del filósofo Hostos, que recoge nuestra futura labor como futuros educadores:
    “Educar es hacer lo que hace el agricultor con las plantas que cultiva. Penetrar en el fondo o medio en que la planta arraiga. Facilitar el esparcimiento de las raíces proporcionándoles el terreno con  las condiciones que han de favorecerle, facilitándole luz, calor y agua. Tratar de que el tallo crezca recto evitándole cambios violentos de temperatura. Cuando ya esté formada y fuerte abandonarla a su libre albedrío”.




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